Las marcas llevan ya un tiempo dejando claro que han intuido que necesitan algo más que mostrarse al mundo como identidades que hablan de sí mismas, que deben incorporar un discurso que hable del mundo, que transmita una opinión de cómo ven las cosas y de cómo les gustaría que fueran.
Las marcas optan cada vez por presentarse a la sociedad como defensoras de valores y causas de amplia aceptación, y lo hacen mediante fundaciones, campañas, proyectos y cualquiera de las formas de las que suele vestirse el compromiso social y el altruismo. La llamada Responsabilidad Social Corporativa (RSC).
Así, constatamos que las campañas que están obteniendo mas relevancia y reconocimiento lo consiguen haciendo suyas nobles causas sociales.
La marcas han intuido que éste es el camino por dos motivos:
-Las marcas responden a lo que sus públicos demandan, y las personas a las que se dirigen ponen cada vez más su foco en la necesidad de “salvar el mundo”. Ya sea porque cada vez más el mundo necesite ser salvado, ya sea porque la sensibilidad de los ciudadanos es cada vez más comprometida y responsable, ya sea porque las personas albergan cada vez más un sentimiento de culpa, más o menos consciente, que deben redimir de alguna manera.
-Los gestores de las marcas, al igual que el conjunto de la sociedad, en tanto que ciudadanos, sienten que deben poner las marcas que gestionan al servicio de causas sociales.
Es una gran noticia, en cualquier caso, que las marcas asuman este tipo de responsabilidades, así como es un gran noticia que lo hagamos los ciudadanos o cualquier otro actor social.
Las marcas, sin embargo, se enfrentan a un problema que otros actores no tienen: la sospecha, el estigma comercial, la percepción de “maquillaje”. La credibilidad en definitva.
Es por ello que las marcas que han dedicado todos sus esfuerzos a comunicar única y exclusivamente los atributos del producto al que dan nombre tienen un gran problema para incorporar la dimensión de RSC
Sin embargo, las marcas que han sabido transmitir una identidad propia y han incoporado al consumo de su producto un consumo simbólico tienen una gran oportunidad para ir más allá (que en muchos casos están desaprovechando)
¿En que consiste esa oportunidad? Desagreguemos la RSC en tres niveles que van de menos a más en nivel de impacto y credibilidad:
-La RSC Genérica: Da respuesta a valores ampliamente compartidos por todos y se materializaría en acciones que otros actores sociales, como ONG’s, ya están llevando a cabo.
-La RSC Congruente: Da respuesta a valores ampliamente compartidos que además son coherente con los valores, identidad y discurso de la marca. Puede materializarse en acciones que otras actores ya están llevando a cabo, pero no cualquiera de ellas, y requieren incoporar matices.
-La RSC Inherente: Da respuesta a valores ampliamente compartidos que son además indisociables de la marca. Se materializa en acciones que solo la marca en cuestión tiene sentido que haga. Ello implica que son acciones nuevas, creativas, que nadie está realizando hasta el momento.
Las marcas que no han trabajado en dotarse de una identidad más allá de los atributos de los productos que firman, se ven limitadas a llevar a cabo una RSC genérica. Si no se dotan antes de un discurso más allá de su producto, dificilemnte podrán hacer mucho más.
Las marcas que sí han trabajado bien la construcción de su identidad y aportación simbólica, tienen legitimidad para el desarrollo de RSC, pero pueden quedarse en algo que, aun siendo congruente, es menos potentes, pues otros ya lo hacen. Les puede faltar pensar en cómo hacer algo que nazca desde la identidad de su marca, para no quedarse en lo solo congruente.
Las marcas con consumo simbólico, identidad y vínculo emocional con sus públicos pueden aspirar a llevar a cabo una RSC inherente, de alto impacto y alta credibilidad.
Dicho de otra manera, cuanto más signifique tu marca, más podrá significar lo que haga. Sus acciones tendrán más impacto y contarán con mayor aceptación. Cuanto más signifique tu marca, más será querida.